domingo, 11 de diciembre de 2011

Balance del año parte 2: Cine Argentino con puertas nuevas al futuro

2011 y un claro progreso creativo y esperanzador
Como actor y espectador siento un orgullo especial este año. Para cuando termine habrán sindo mas de 100 los estrenos de cine argentino y me queda una enorme sensación de progreso no tanto en la cantidad (porque a los números se los hace decir lo que se quiere); sino en la calidad. Hay un claro repunte en este aspecto, por no mencionar la enorme cantidad de espacios que se rescataron para su exhibición dando cuenta de la sana intención de no depender de la cadena de complejos que tiene el ojo puesto en la boletería. No quiero entrar en polémicas con esto. Sólo diferenciar que en otras épocas, todavía existían dueños de salas dispuestos a jugársela un poco más en desmedro de la posibilidad de facturar, acaso porque sabían que en el balance anual (justamente), salían ganando en tanto el cine era y sigue siendo un espectáculo. 
Al momento de escribir esta nota y a tres jueves de terminar el ciclo 2011 las películas argentinas suman 99 estrenos en la ciudad de Buenos Aires. ¿En Village, Hoyts y Cinemark? No, mi amigo. Si contamos sólo esos complejos no llegamos ni a la mitad. No. En esta puja por la difusión debemos sí o sí agregar todos los circuitos alternativos incluyendo los espacios INCAA, Malba, Sala Leopoldo Lugones del San Martín, Cosmos-UBA y hasta la mini sala de un hotel céntrico (BAMA, creo que se llama) pasando por alguna exhibición en DVD en el Colegio de Abogados, el Centro Cultural de la Cooperación y El Camarín de las Musas. Contando todo esto llegamos a ese número contra los 138 títulos de USA (al día de hoy) estrenados con pompa y boato en los complejos comerciales mencionados mas arriba.
Así y todo, hay que agregar un factor de influencia directa en la estadística: 33 de los estrenos son documentales. Vengan del país que venga, este género cinematográfico tiene histórica y naturalmente, menos atractivo que una ficción. Es harina de otro costal, pero cabe mencionarlo.
Separemos las aguas entonces.

Ficción:
Después del paso inadvertido de La vieja de atrás con el descollante trajo de Ana Aizemberg, en marzo se vislumbraba una tendencia como mínimo audaz con el estreno de Un cuento chino, de Sebastián Borensztein y El abismo: todavía estamos de Pablo Yotich. Una revisando el presente y otra el pasado, de nuestra sociedad pero ambas abriendo las puertas a un cine que se anima a decir mas, independientemente de las pretensiones de una y otra. El género del misterio volvía de la mano artesanal de Juan José Jusid con El gato desaparece, otra de las tantas películas argentinas que merecía una mejor suerte en la taquilla, tema que a partir de este renglón dejaré de lado porque sino parece ser la única vara con la que se puede medir el arte y no es mi intención. Si se la perdió por ir a ver Soy el número 4 es problema suyo. 
En el mismo cuatrimestre nos animamos al cine de género con Sudor Frío y Fase 7, esta última sin nada que envidarle al cine bizarro clase B y hecha literalmente con 2 pesos y un escenario en donde el fuera de campo también está bien manejado. Y si hablamos de bizarro y humor negro, Querida voy a comprar cigarrillos y vuelvo también tuvo un timing interesante además del regreso de Emilio Disi a la pantalla grande con un gran personaje. Me va a disculpar si el tema plata surge de tanto en tanto pero es una forma de entender por qué las mentes argentinas son famosas por atar todo con alambre y salir airosos: El dedo es una gran muestra de eso mas allá de estar apuntalada por Gabriel Goity y Fabian Vena. Mas adelante en el año y con gira previa, el cine argentino se dio el “lujo” de superproducción con Revolución: el cruce de Los Andes que por primera vez en mucho tiempo se animaba a revisar el pasado en épocas de conquista. Lo mismo sucedió con el cuento Aballay que, en definitiva, fue la que mandamos al Oscar y aunque no tenga chances, para mí es una sana revitalización del cine gauchesco (sigo negándome a llamarla western).
Un mundo misterioso, Ausente y sobre todo El Estudiante marcan lo que para mí es una nueva camada de cineastas con cosas para decir si sus directores tienen ganas de tomar la posta y hacerse cargo de la época en la que les toca crear. Lo mismo me sucedió con Medianeras, El agua del fin del mundo y Cerro Bayo.
Para guardar en el corazón está la última película protagonizada por el gran Ulises Dumont, El fin de la espera contaba la historia de un personaje que era igual que él como actor: un idealista.
Un amor tiene momentos entrañables de conexión con la adolescencia, apuntalada con las actuaciones de Diego Peretti, Luis Ziembrowski y Elena Roger. El año termina de parabienes con el estreno de Las Acacias. Un ejemplo de como contar una historia con un guión bien hecho y con la cámara bien puesta, además del plus de contar con Germán de Silva en la mejor actuación masculina en cine del año. Sí! (como dice el corto de Primer Plano) si apoyamos más, tendremos mejor cine y hay mucha semilla sembrada como para dejarlo estar.

Documental:
Aquí se dieron pasos gigantes en forma y en contenido. Cabe mencionar la soberbia Tierra Adentro a la que se suman Mosconi; AU3; Buen día, día; El fin del Potemkin, Un tren a Pampa Blanca; Cine al fin; Un día en ConstituciónTata Cedrón. Hubo varias más, pero aquí me quiero detener en un detalle que para mí no es menor. Si la decisión del INCAA es seguir adelante con la propuesta de los documentales propongo desde este humilde espacio la creación de una editorial estatal que pueda con el poder de la comunicación en todos los medios oficiales, el lanzamiento masivo en DVD (en definitiva el formato en el que se estrenan) de todos y cada uno de los documentales que afortunadamente se intentan difundir. No solamente porque están bien hechos en su mayoría, sino porque el tiempo de exhibición en salas es escasísimo merced a la vorágine de los circuitos. Desde kioskos de diarios a librerías y a un precio accesible (en mi opinión no debería superar los 10 pesos) todos deberíamos poder acceder a lo que sería una verdadera colección de obras que ayudarán a entender mejor los temas tratan con tanta profundidad, además de volver todo un poco mas rentable.
La estamos peleando y creo que por y para el cine argentino, esta es una lucha que vale la pena. Algún día entenderemos que este es el único cine del mundo que se ocupa de hablar de nosotros. Es, como el resto de nuestro arte, un espejo de la sociedad en el que debemos y necesitamos vernos reflejados.
Si es por el cine, sabemos más de la historia norteamericana que de la propia, pero solamente viéndolo es como podemos abordar la cuestión con un ojo mas crítico. No me canso ni me cansaré de defender el cine argentino cuando la sentencia de un interlocutor es “Yo cine argentino no miro” sin mas fundamento que haber visto las de Los superagentes y El hijo de la novia. Sería mas interesante que me desafíen diciendo: “¿A ver...? tirame un par de títulos y te digo”

No hay comentarios:

Publicar un comentario