sábado, 27 de agosto de 2011

Balada triste de trompeta (España, 2011)


Dura, fuerte y provocadora. Con Balada triste de trompeta puede ocurrir cualquier cosa excepto pasar desapercibida.

Del fundido negro de los títulos se escuchan risas de niños. Imágen. Madrid, 1937. Dos payasos están en pleno acto de hacer reír. Bombardeo. Los chicos pasan a rostros con miedo y preocupados. Ambos payasos, el triste y el alegre (Santiago Segura), se animan a seguir para provocar nuevamente la sonrisa en el público menudo. Si son los últimos instantes, que sea riendo. De pronto irrumpe un pelotón que recluta al payaso alegre quién machete en mano va al frente contra el ejército franquista hasta que es apresado. Su hijo Javier presencia todo y en una de sus visitas a la cárcel le dice al padre que quiere ser payaso como él. El padre que ya ha visto de todo, baja a su hijo a la realidad y le habla de un destino como payaso triste. Nunca podrá hacer reír a los niños pues no ha tenido infancia. No conforme con eso, le dice que el mejor vehículo para paliar ese dolor será la venganza.
Violencia nacida de la ira contenida. Volvió de la Iglesia
Ya en 1973, Javier (Carlos Arces) se une a un gran circo como partenaire de Sergio (Antonio de la Torre), el payaso alegre con los chicos y a la vez despótico y tremendamente violento en esa pequeña comunidad de artistas. Ambos payasos tienen antecedentes suficientes para ser violentos. Merced al exceso de alcohol, Sergio es un constante volcán en erupción, mientras que los antecedentes duros y dolorosos de Javier, implican una furia contenida y sometida por una vida sin motivaciones. Pero aparece Natalia (increíblemente bella Carolina Bang), una acróbata en pareja con Sergio pero extrañamente atraída hacia la cadencia de Javier.
Este personaje es el que, en un principio, saca lo mejor del payaso triste y a la vez se irá convirtiendo en el sentido de estar vivo. La única esperanza para un destino inevitable: El enfrentamiento de ambos hombres uno por orgullo y el otro por amor a la posesión de una mujer que además despierta sus contradicciones. En este triángulo es donde Alex de la Iglesia traza un paralelo con su visión sobre España. Un país construido con violencia, imposiciones tiránicas, amor pasional y el mismo deseo de libertad y encierro. Todo simbolizado en dos payasos. La alegría y la tristeza, el alivio y el dolor, la certeza y la contradicción. Todas las consecuencias que dejó el generalismo Franco en la Guerra Civil Española. Una herida abierta. 
Desde el lado de la construcción de personajes, el guión los va dotando de suficientes antecedentes profundos como para que sus acciones de extrema violencia tengan absoluto sentido con lo cual, el relato tiene una fuerza inusual sustentada en esos mismos parámetros. La dirección de arte de Eduardo Hidalgo (hijo) junto a la fabulosa fotografía de Kiko de la Rica, remiten a una propuesta bizarra y a la vez barroca. Quizás lo más cercano para tener una referencia sea la estética elegida por Rob Zombie para su película 1000 cuerpos.
Así mismo, hay que mencionar la música como un factor muy importante. La partitura de Roque Baños le da personalidad a cada uno y a la vez los amalgama para toda la película.
Si por algo se llama Balada triste de trompeta, es por la canción interpretada por Raphael en la película Sin un adiós (1971). No tanto por la letra; sino por la interpretación del cantante que, puesta en este contexto, ofrece un matiz muy distinto, casi justificador de la ira con la que está impregnada esta realización. De hecho, el fragmento de Sin un adiós en donde suena esta canción, se ve en dos oportunidades en Balada triste de trompeta. La primera vez, acentúa un estado de violencia de Javier que parte desde un dolor muy profundo y muy sentido. A el le duele estar vivo y Natalia le da tantas razones para vivir como para morir. La segunda vez es parte del santuario en donde se desarrolla el clímax. Un hallazgo.
Alex de la Iglesia ha logrado algo muy difícil como artista. Exorcizar sus demonios con sentido crítico, con rabia y con mucha violencia. Como si su obra más personal fuera más allá del puñetazo en la pared.
Celebro el regreso de este gran cineasta con una película tan personal. Acaso sirva como invitación a conocerlo. 

Balada triste de trompeta
(ESPAÑA, 2010)

Dirección: Alex de la Iglesia

Guión: Alex de la Iglesia

Montaje: Alejándro Lázaro

Fotografía: Kiko de la Rica

Música: Roque Baños

Dirección de arte: Roque Hidalgo

Reparto: Carlos Areces, Antonio de la Torre, Carolina Bang, Santiago Segura, Manuel Tallafé, Alejandro Tejerías, Manuel Tejada, Enrique Villén, Gracia Olayo y elenco.

jueves, 25 de agosto de 2011

El amante (Io sono l'amore) Italia, 2009


Enorme trabajo de Tilda Swinton para El amante
El amante es una historia ubicada en la aristocracia. Emma (Tilda Swinton), es una mujer soviética que se enamoró de Edoardo Recchi (Gabreille Ferzetti) un empresario italiano perteneciente a la industria textil. Casados y con hijos ya adultos, la vida de la familia Recchi parece tener el futuro económico asegurado.
En la secuencia inicial, Emma está preparando una cena para invitados que será presidida por el patriarca de la familia, Tancredi Recchi (Pippo Delbono). El director Luca Guadagnino usa esta escena para dejar establecida la relación familiar y el papel que juega cada uno. Durante la puesta minuciosa de platos, cubiertos, copas, centros de mesa y la supervisión del menú, Emma parece más una maitre que una esposa. Como si en realidad no fuera parte de la familia. Es verdad que su italiano tiene un acento ruso, pero no es sólo eso lo que pone distancia. La actitud corporal de la brillante actriz Tilda Swinton es como la de un pájaro encerrado en una jaula de oro.
Es fácil confundirse con esta película. Hay una propuesta estética con ribetes reflexivos (por ejemplo las tomas de la ciudad de Milán cubierta de nieve) aunque luego no se utilizan mas que para establecer una época del año. Si bien la película transcurre durante dos estaciones del año, la arquitectura de Milán no parece tener el protagonismo que se le endilga de hecho.
Establecido el conflicto interno de Emma, aparece en esa misma secuencia Antonio (Edoardo Gabriellini), un chef de lujo amigo del hijo mayor Edo (Flavio Parenti) con quien planea un negocio gastronómico. Aquí, en los platos servidos y la combinación de colores, es donde el brillante director de fotografía Yorick Le Saux encuentra el punto de conexión para un trabajo que oscila entre las dos estaciones del año en que se desarrolla la película: Invierno y Verano.
Tancredi anuncia su retiro y el legado de la empresa a su hijo; pero con algo de pimienta ya que también lo hace cargo al nieto. Ahora padre e hijo deberán seguir la tradición de llevar adelante un negocio que siempre fue próspero.
Esta es una de las subtramas que el guión de El amante construye a lo largo del film, pero por momentos da la sensación que no están aportando gran cosa a lo principal que es Emma y su deseo de liberación. De sentirse viva en medio de cierta hipocresía reinante en el seno familiar. Pasa lo mismo con la relación madre-hija que una vez mas (ya cansa) instala la homosexualidad como punto polémico, en tanto la reacción de Emma para con su hija.
Cuando la dirección apunta al personaje de Tilda Swinton, la película vuelve a tomar impulso, mientras tanto uno va acomodándose en la butaca esperando que las otras historias nos lleven a algo.
En la última media hora se decantará el climax y de aquí en adelante, todo queda muy claro, o sea, Luca Guadagnino saca a flote una película que parecía hundirse en el melodrama. Quédese en los créditos finales para que todo termine de cerrarle.

El amante
Io sono l’amore (Italia 2009)

Dirección: Luca Guadagnino

Guión: Luca Guadagnino, Barbara Alberti, Ivan Cotroneo, Walter Fasano

Montaje: Walter Fasano

Fotografía: Yorick Le Saux

Música: John Adams

Dirección de arte: Nadine Herrmann

Reparto: Tilda Swinton, Edoardo Gabriellini, Flavio Parenti, Pippo Delbono,
Gabreille Ferzetti, Alba Rohrwacher, Diane Fleri y elenco.

Quiero matar a mi jefe (Horrible Bosses) USA, 2011


Notable. Alguien en Hollywood ha logrado tamizar los personajes de ¿Qué pasó ayer?, extraerles la idiosincrasia y gran parte del estilo de humor para luego ponerles otro disfraz y meterlos en otro lado. Lo que se dice una lectura perfecta de lo que hace reír al público porque Quiero matar a mi jefe arranca más de una carcajada.  
Es importante destacar que si a Ud le gustó y se mató de risa con aquella película de los cuatro amigos que despiertan en Las Vegas (y en Bangkok en la segunda parte) sin recordar la noche anterior, esta comedia es su próxima película, siempre y cuando no intente compararlas. Me animo a tomar ¿Qué pasó ayer? como una simple referencia para entender con qué tipo de humor estoy emparentando este estreno.

Enredos. Absurdos si. pero muy divertidos
Tres hombres que no superan la inteligencia promedio se encuentran en un punto en el que la situación en sus trabajos se hace insoportable. Los tres detestan profundamente a sus jefes. Nick (Jason Bateman) tiene que soportar a Dave (Kevin Spacey), quien decidió ocupar la gerencia de ventas que tanto anhelaba; Kurt (Jason Sudeikis) odia a Bobby (Colin Farell), un hombre de trato e ideología casi bestial ocupado en tomar merca y de paso la compañía de su difunto padre para exprimirla hasta sacarle la última gota. El caso de Dale (Charly Day) es distinto. Está enamorado de su prometida pero sufre el acoso sexual de una irrefrenable doctora Harris (muy bien Jennifer Aniston).
Los primeros veinte minutos son lo mejor de la película y los que servirán para mantenernos con la sonrisa bien ancha durante el resto del film aunque a partir de allí, se rompa con el verosímil hasta llegar a desproporcionarse.
El guión de Quiero matar a mi jefe toma como base (a la vez, de homenajea) el argumento del gran clásico Pacto siniestro de Alfred Hitchkock en el que dos desconocidos tienen la idea de intercambiarse los asesinatos para que no haya conexión posible. A esto se le suma (o mezcla) la idea de la brillante comedia de Danny DeVito, Tira a mamá del tren. De hecho, ambas películas son mencionadas por los personajes para servirles de inspiración a su plan. Si todavía no adivinó el resto del argumento vuelva al párrafo anterior o mejor aún deje que fluya en el cine. Gracias a que todos los actores llevan sus personajes a un límite poco común, los enredos de Quiero matar a mi jefe van por un cauce razonable en el que se puede adivinar todo y a la vez reírse mucho. No hay muchos méritos más para ponderar. La dirección de Seth Gordon está acorde con la propuesta y en todo caso la música de Christopher Lennertz          subraya bien algunos pasajes
Vaya a pasar el rato, pero sobre todo vaya con buen humor. Es probable que salga mejor de lo que entró. Las preguntas sobre el sentido de algunas situaciones o diálogos vendrán después. Y va Ud a tener razón en todo lo que critique, pero para entonces la sonrisa ya estará dibujada. Lo demás importará poco.   

Quiero matar a mi jefe
Horrible Bosses (USA, 2011)

Dirección: Seth Gordon

Guión: Michael Markowitz, John Francis Daley, Jonathan M. Goldstein.         

Montaje: Peter Teschner

Fotografía: David Hennings

Música: Christopher Lennertz

Reparto: Jason Bateman, Kevin Spacey, Jason Sudeikis, Colin Farell, Charly Day, Jennifer Aniston, Jamie Foxx y elenco

No le temas a la oscuridad (Don't be afraid of the dark) USA, 2010


Nenita en la bañadera. Una de las peores escenas
Buenas, tome algo.
Que ironía, uno que ama las películas de terror, jamás hubiera imaginado que en 2011 se podía estrenar una producción de Hollywood peor que La Oscuridad; pero todo es posible en la “tierra de la libertad, hogar del valiente”; si alguien como Guillermo del Toro se levanta de mal humor y con ganas de gastarle un chascarrillo a los espectadores.
Continúo.  
En alguna noche resacosa, el director de El laberinto del fauno debe haber hecho zapping sin parar y se topó en el canal 824 (vaya a saber) con el viejo y horrible telefilm No le temas a la oscuridad de 1973. Le debe haber dado tanta bronca ese clavo que decidió vengarse un montón. No sólo produciendo la remake para cine; sino también escribiéndola.
La primer víctima fue Matthew Robbins, hombre que hace rato no hace nada (por suerte). Del Toro le habrá hecho ver la antigua versión. Ahora tenemos dos directores devenidos a guionistas y con bronca suficiente para re-escribirla agregándole algún elemento un poquito más morboso.
Imagino las carcajadas de ambos cuando terminaron el libreto. Supongo que no les habrá dado para meterse detrás de la cámara y de la larga lista de “che pibes” que hay en Los Angeles llamaron al novato Troy Nixey quien en aras de pagar el alquiler atrasado firmó el contrato. Cuando hay hambre no hay pan duro.  
En la introducción, (tiempo pasado) un pintor está instalado y haciendo un mural en el sótano oscuro de una gran mansión (curioso lugar para un mural pero bueh! Es lo que hay). El hombre se ve desesperado hablándole a una chimenea tipo salamandra y ofreciéndole sus dientes (leyó bien) a algunas voces que susurran incoherencias, a cambio de que le devuelvan a su hijo. Quienes sean que viven chimenea abajo agarran al buen hombre de la cabeza y haciendo alarde de su capacidad para contorsionar un cuerpo humano, lo succionan por la pequeña hendidura metálica.
Títulos.
Durante los mismos, aconsejo taparse los oídos a aquellos espectadores que entienden inglés porque se vuelven a escuchar las voces, revelando gran parte de lo que van a hacer en la película.
Sigo.
Tiempo presente.
Alex (Guy Pearce) y Kim (Katie Holmes) son una pareja experta en restauraciones inmobiliarias. Alex tiene una hijita llamada Sally (Bailee Madison) de unos 7-8 años y viene de un divorcio reciente; pero por alguna razón la madre la envía con su papá (no es un sarcasmo, efectivamente el motivo nunca se conoce). Llegan a la mansión antigua. Sally no quiere estar ahí. Quiere volver con la mamá. Además tiene miedo por algo y se lo dice al papá. El le responde a la nena que no se preocupe, total ya se va a acostumbrar. Por lo que sucede después, evidentemente el padre se refería al miedo y no a la nueva casa. Cuestión que la nena no quiere saber nada ni con estar ahí, ni con leer el guión porque a pesar de su temor manifiesto se empieza a meter en todos los lugares a los que un niño normal no iría. Por ejemplo a un sótano oscuro en donde las voces que en los títulos declaraban sus intenciones, invitan a Sally a jugar aclarándole que la luz les molesta bastante. Que no la prenda.
Claro, imagine cuando va con este cuento al padre. El hombre está más preocupado porque Kim caiga bien a la niña que por el estado de ánimo de su hija. Kim intenta un acercamiento pero no sirve de mucho porque Sally está ocupadísima en tener miedo de noche e igual insistir con bajar al sótano y abrir la chimenea.
En ese momento vemos a los que hablaban. Unos seres diminutos, esqueléticos y dientones que apenas superan un tobillo adulto de altura. Al primero que atacan es al jardinero en una escena en la que, en vez de pisar a los bichitos o barrerlos con una escoba, el hombre decide tropezarse, caer y dejarse hacer de todo.
Estos muñequitos que asustan tanto como los Muppets, están decididos a llevarse los dientes de Sally. Como el Ratón Perez, pero dejando sangre en vez de plata. En un momento atrapan a la pequeña con dos o tres sogas y entre todos la arrastran hacia la estufa lo cual hace pensar que Sally pesa unos 200 kilos, teniendo en cuenta que al pintor lo metieron en un segundo como si estuviera relleno de telgopor.
Todo el resto de la película es un sinfín de ridiculeces y contradicciones en el que los actores van y vienen si saber muy bien para donde ni por qué. No tienen la culpa obviamente, deben estar todavía buscando al director para ver si la vuelta de tuerca del guión se hace con llave inglesa o con una pinza nomás.
Guillermo Del Toro sabe español así que aclaro: lo que escribí fue producto de un brote sicótico. Hay que aclararlo ¿vio? No sea que este comentario le llegue y quiera vengarse de mí haciendo una secuela.

No le temas a la oscuridad
Don’t be afraid of the dark (USA, 2010)

Dirección: Troy Nixey

Guión: Guillermo del Toro y Matthew Robbins (Basados en el guión televisivo de Nigel McKeand)

Montaje: Hill Bilcock  

Fotografía: Oliver Stapleton

Música: Marco Beltrami y Buck Sanders

Reparto: Guy Pearce, Katie Colmes, Bailee Madison y elenco

domingo, 21 de agosto de 2011

Ceremonias de Barro y Mosconi. Crónicas de la resistencia del Norte Argentino (Argentina, 2011)


Realmente se están realizando buenos documentales este año. 
En este caso se estrenaron el mismo día, dos películas enmarcadas en el título Crónicas de la resistencia del Norte Argentino. Ya vamos al contenido pero antes que nada quiero destacar el excelente trabajo de Lorena Riposati y Nicolas Di Giusto, los realizadores de Mosconi y Ceremonias de Barro respectivamente, quienes a la vez colaboraron mutuamente en ambas películas, amalgamando una idea estética para abordar una misma temática.

Ceremonias de barro. Los Quilmes y su tierra
Ceremonias de barro arranca con la brillante banda de sonido de Pablo Mastrángelo y Blas Alberti y algunas fotos de habitantes de la quebrada de Los Chañares. Luego escucharemos la voz cansina de Don Candelario Gerónimo a quien veremos brindando una breve lección de la historia de los indios Quilmes. Estas palabras sirven para abrir el camino que reivindica el territorio a sus legítimos dueños a medida que la cámara va alternando paisajes tucumanos con las antiguas y vigentes actividades de sus habitantes. Mientras transcurren los minutos, uno no puede evitar sentirse un extranjero ante la impronta de hombres como Cosme Candorí y el Cacique Chaile entre otros. Estos hombres son tan parte de la tierra como los son los cerros o los cactus y conforme transcurren los minutos entre bellísimas panorámicas del lugar y primeros planos de esos rostros, comienza a tomar forma una idea visual: la del tiempo. Nicolas Di Giusto  se detiene en los paisajes, inermes al paso de los años, así como también en los rostros de los pobladores, como si el registro de la vida estuviera dado tanto por la irregularidad de las arrugas de la cara; como en las grietas de las quebradas.
Ceremonias de barro se detiene en esas actividades que los descendientes de los Quilmes realizan. Algunas de ellas nos las han mencionado en el manual de tercer grado, muy lejos de lo que en realidad representan. Un documental que debe sus virtudes a otros puntos fuertes como la fotografía y el montaje pero sobre todo a la idea y concepción general del director con su mirada sobre la lucha que los verdaderos dueños de la tierra van manteniendo para recuperarla.

Pepino, la UTD y su lucha por recuperar YPF
Mosconi, dirigida por Lorena Riposati, también pone una mirada en el Norte Argentino, pero se traslada a Salta. Particularmente al pueblo de Gral. Mosconi. La obra tiene unos 15 minutos iniciales que sirven para establecer los antecedentes históricos formadores de la sólida base sobre la que se apoya el presente. Imágenes del General Mosconi llevando a cabo la gran tarea de crear YPF, las privatizaciones del gas y el petróleo en le época de Carlos Menem y finalmente las imágenes de todas las represiones que sufrió la gente de ese pueblo por reclamar por las fuentes de trabajo. Así vamos conociendo más a fondo a “Pepino” el líder de la UTD que desde hace casi quince años ha formado una suerte de comunidad que se maneja en forma casi paralela al gobierno de turno ya que claramente las respuestas no llegan por ese lado. “Pepino” (y la cámara de la directora) nos va llevando a conocer a las otras personas involucradas en la organización y las actividades que se realizan.
Lentamente va cobrando mucha fuerza la idea de que todo esto se hace sin dejar ni por un minuto de pensar la recuperación de YPF como empresa como emblema y como la fuente de un trabajo del que tanto la de Pepino como las generaciones anteriores, se sienten orgullosos.
Intercalado en puntos estratégicos de la película, hay una animación básica como si fuera de tiza y pizarrón que va resumiendo parte de la historia o simplemente subrayando el estado de ánimo que se muestra en las imágenes reales. Todo acompañado con la excelente partitura de Osvaldo Cortesse.
La reflexión del final en Mosconi, luego de todo lo visto, es de colección.
Dos documentales valiosos y muy bien realizados. Ambos incluyen subtitulados en español para que nadie se pierda nada. Un lujo.

Ceremonias de Barro
(ARGENTINA, 2011)

Dirección: Nicolas Di Giusto

Guión: Emiliano Di Giusto y Nocolas Di Giusto

Montaje: Emiliano Di Giusto

Cámara / Fotografía: Marcelo Ragone

Música: Pablo Mastrángelo y Blas Alberti

Animación: Vicky Biagiola y Ruben Lezcano


Mosconi
(ARGENTINA, 2011)

Dirección: Lorena Riposati

Guión: Lorena Riposati

Montaje: Lorena Riposati y Andrea Isern

Fotografía / Cámara: Lorena Riposati

Música: Osvaldo Cortesse

Cowboys y Aliens (Cowboys and Aliens) USA, 2011


A ver...
se llama Cowboys y Aliens. Al menos es sincera desde el título y uno ya sabe si va a entrar al cine o no.
Duelo insólito
La propuesta invita a comprar un montón de pochoclo así que aquí el punto pasa por saber si la realización de John Favreau, el director de las dos Iron Man, logra entretener o no. La verdad es que tiene una de cal y una de arena. Se necesitaron cinco guionistas para escribir esta película. Raro. ¿Cinco para esto?
Los de más de 30 años recordarán un viejo y ya clásico western de los ’80 llamado Silverado (Lawrence Kasdan, 1985). Bien. Cowboys y Aliens, desde el punto de vista del ritmo narrativo, tiene muchas reminiscencias con aquella. Punto en contra. Porque el arranque es un western hecho y derecho. Jake Lonergan (Daniel Craig) es un hombre que despierta en una zona árida sin recordar quién es; ni cómo o cuando llegó ahí. Llegará a un pueblo en donde conoceremos a todos los personajes típicos del género, desde el barman (Sam Rockwell) a la doncella (Olivia Wilde) y desde el villano terrateniente (Harrison Ford) al sacerdote (Clancy Brown). Todo con la excelente banda de sonido de Harry Gregson Williams.
Claro que cuando los extraterrestres entran en la escena, la película se cae un poco por continuar en la tesitura del western clásico si hasta los alienígenas cazan humanos enlazándolos. O sea, si entra un factor externo y extremo como este, el ritmo debería ser más vertiginoso. Para colmo, el guión nunca logra que al espectador le importe realmente lo que le pasa a los protagonistas. En esto hay que darle la derecha a las historietas de superhéroes. Todas plantean en los personajes un conflicto interno que los humaniza por lo cual, es más fácil comprometerse con la historia.
En el caso de Cowboys y Aliens se hace mas complicado pues la información se entrega en cuentagotas y para cuando todo comienza a cerrar es demasiado tarde. Finalmente, toda la intriga pasa por saber cómo se las arreglarán los vaqueros desenfundando sus pistolas Colt, contra bichos babosos y de forma indefinida que andan en naves con armas láser.
Demasiado poco, así que no se extrañe si sale del cine y por su cabeza ronda una letra:

¿Y…?
  
Cowboys y Aliens
Coeboys & Aliens (USA, 2011)

Dirección: John Favreau

Guión: Roberto Orci, Alex Kurtzman, Damon Lindelof, Mark Fergus y Hawk Ostby

Montaje: Dan Lebental y Jim May

Fotografía: Matthew Libatique

Música: Harry Gregson-Williams

Dirección de Arte: Christopher Burian-Mohr y Daniel T. Dorrance

Efectos especiales: Daniel Sudick

Reparto: Daniel Craig, Harrison Ford, Abigail Spencer, Buck Taylor, Olivia Wilde, Sam Rockwell, Matthew Taylor, Cooper Taylor, Clancy Brown y elenco

Duración: 118

Hablada en inglés con subtítulos

sábado, 20 de agosto de 2011

El planeta de los simios: Revolución (Rise of the planet of the apes) USA, 2011


Buenas, tome algo. 

Es difícil hablar de esta película sin mencionar los antecedentes. Por si está confundido, NO. No es una remake de aquella de 1968 con Charlton Heston ni tampoco tiene nada que ver con la flojísima versión de Tim Burton de 2001. En todo caso la relación con ambas sería previa o sea una precuela. Pero en este caso no hace falta haber visto nada de lo anterior, sobre todo estando esta película en una instancia superadora. 
Andy Serkis como César. Brillante e imprescindible
Siendo esta una precuela, alguien podría preguntarse por qué se llama El Planeta de los Simios. En realidad, en la original, un astronauta se estrella en un lugar dominado por esta especie ultra evolucionada, para luego darse cuenta que en realidad está en el mismo Planeta Tierra devastado hace muchos años. Esta película viene a aclarar un poco como empezó todo. ¿Y como empezó? Con una revolución.
Desde el punto de vista del interés del espectador, quedaría saber si a esta nueva generación le puede interesar ver esta historia. Sería una lástima que así no fuera porque el director Rupert Wyatt realizó una de las mejores aventuras del año.
Fiel a la vieja escuela de narradores, Rick Jaffa y Amanda Silver (los guionistas de The Relic, 1997), escribieron un guión sobre la evolución de la especie y lo escondieron detrás de César, un chimpancé nacido de una madre de laboratorio inyectada con una droga que perseguía el fin de curar el mal de Alzheimer. El científico Will Rodman (James Franco) es el cerebro detrás de esta investigación e insiste con el proyecto probándolo en su padre (genial John Lithgow) quien padece esa enfermedad. Mientras, Will se hace cargo del chimpancé bebé, el cual irá evolucionando sorprendentemente.
Hasta aquí lo necesario de introducción. La excelente actuación gestual de Andy Serkis (que sirvió también para diseñar a Gollum en la trilogía de El señor de los anillos y a la última versión de King Kong) es fundamental en el crecimiento del personaje de César. La película es sobre él. Por eso la excelente dirección de Rupert Wyatt sabe detenerse en los detalles que van nutriendo la acción y el desarrollo de la historia, así como también guardarse ases en la manga para la sorpresa.
El ritmo narrativo es arrollador porque este director sabe como contar su historia y porque tiene de su parte al montajista Mark Goldblatt que en esto del cine pochoclo la tine clarísima con trabajos emblemáticos como las dos primeras Terminator, Armaggedon o la última de los X-Men.
Los efectos especiales, el diseño de arte y la fotografía están al servicio de la trama y no al revés. Algo poco común en Hollywood aunque suene paradójico.
Aún siendo la primera de una segura trilogía, El planeta de los simios: Revolución, se da lugar para trazar un paralelo con la lucha por la igualdad a partir del uso de la inteligencia y el razonamiento básico. Está muy presente la división de clases y condiciones pero sin que necesariamente signifique una bajada de línea. Con pocas pinceladas y mucha imaginación, podremos ver parte de la historia de la humanidad. No es poco para el cine pochoclero de los grandes estudios.

El planeta de los simios: Revolución
Rise of the planet of the apes (USA, 2011)

Dirección: Rupert Wyatt

Guión: Rick Jaffa y Amanda Silver

Montaje: Conrad Buff IV, Mark Goldblatt

Fotografía: Andrew Lesnie

Música: Patrick Doyle

Dirección de arte: Helen Jarvis

Efectos especiales: Tony Lazarowich

Reparto: James Franco, Freida Pinto, John Lithgow          , Andy Serkis, Brian Cox, Tom Felton, David Oyelowo, Tyler Labine, Jamie Harris y elenco

Duración: 105 minutos

Hablada en ingles con subtítulos.

sábado, 13 de agosto de 2011

Linterna Verde (Green Lantern) USA, 2011


Linterna  y sus amigos. Poca historia.
Confieso que, de chico, este personaje me provocaba curiosidad. Acaso porque conocía poco de él y tanto las historietas como los dibujos escaseaban bastante. De todo lo producido por DC Comics, podría decirse que Lintena Verde es de la segunda línea y en todo caso, lo único pendiente sería una versión adecuada de La Mujer Maravilla.

Desde el punto de vista cinematográfico, la película Linterna Verde comete un error conceptual que atenta contra el vértigo que supone la historia. Esto es, tomarse los primeros cuatro o cinco minutos de película para narrar y revelar todo lo que resultaba atrayente de este personaje. Narración que por cierto, parece un pequeño resumen de lo que se puede leer en Wikipedia.
Luego la película hará un alto para centrarse específicamente en cómo el anillo va a parar a manos (al dedo anular) del piloto de pruebas Hal Jordan (Ryan Reynolds) en tanto es el elegido por sus nobles virtudes para ser el guardián de uno de los 3600 sectores en los que se divide el universo (o algo así). También habrá un rato para su relación con Carol (Blake Lively) una mujer muy bella que desde el vamos nunca plantea un posible conflicto. El villano de turno no es otro que Parallax (voz de Clancy Brown) representante del mal y la destrucción.
Sería cruel de mi parte revelar algo más de la trama porque como dije, lo más interesante no se desarrolla en el guión.
Martin Campbell es un cineasta conocedor del género de acción con películas vertiginosas como la primera de la nueva etapa de James Bond (Casino Royale) o La máscara del Zorro. En Linterna Verde parece haber hecho una de cal y una de arena con una película que justifica todos los rubros técnicos y secuencias de acción bien filmadas pero que por momentos queda en pausa como cuando aborda la vida personal de Hal.
En cuanto al 3D, hay que decir que este recurso visual no está bien utilizado casi nunca. Pocas películas lo justifican y ya parece una excusa para vender entradas más caras. Linterna verde no es la excepción.
No hay mucho más que mencionar. Las apariciones de Tim Robbins y Angela Bassett dan a pensar que hay poco trabajo en Hollywood aunque Peter Sasgaard compone muy bien el papel de Hector Hammond.
El sub-género comic movies no va a tener un clásico con esta película, pero sirve para ir cerrando un ciclo que, de seguir por este lado, será una fuente de recursos limitados. 

Linterna Verde
Green Lantern (USA, 2011)

Dirección: Martin Campbell

Guión: Greg Berlanti, Michael Green, Marc Guggenheim, y Michael Goldenberg

Montaje: Stuart Baird

Fotografía: Dion Beebe

Música: James Newton Howard

Efectos especiales: John S. Baker
Reparto: Ryan Reynolds, Blake Lively, Peter Sarsgaard, Mark Strong, Tim Robbins, Jay O. Sanders, Angela Bassett y elenco

Duración: 114 minutos

Hablada en ingles con subtítulos.

Hachazos (Argentina, 2011)


Claudio Caldini en acción. Hachazos deja poco
La película Hachazos es el resultado de una extensa investigación conducida por Andrés Di Tella, provocada por el deseo de satisfacer la curiosidad de conocer a un cineasta de la década del setenta al que evidentemente admira mucho: Claudio Caldini.

El mismo Di Tella acusó a la crítica del escaso revisionismo del cine argentino motivo por el cual la obra de Caldini, junto a la de otros realizadores experimentales de la época prácticamente se desconoce. Paradójicamente, su película tampoco aclara mucho.

Antes que nada me declaro (hasta ayer) desconocedor absoluto de la existencia del artista en cuestión. A juzgar por la cantidad de gente que escribió sobre el estreno de Hachazos como si lo conocieran, parecería que estamos hablando de Francis Coppola y a mí me pasó desapercibido. Todo es posible, pero estoy mas cerca de pensar que es la misma gente que dice haber visto a Maradona debutar en primera, lo cual hace la cancha de Argentinos Juniors el estadio mas grande del mundo con capacidad para unas dos millones de personas.
Hachazos arranca con un interesante juego de manejo de sombras sobre fotografías en blanco y negro. Como si fuera una suerte de animación fija. El propio Andrés Di Tella dice que el cine de este hombre es distinto y que le “voló la cabeza”. Uno esperaba saber por qué y de paso conocer lo que el director sabe de Caldini pero esto se entrega en cuenta gotas y algo desordenado.
Después de saber que Claudio Caldini mancomunaba con artistas y gente de la contracultura como Marta Minujín u Omar Chabán y que estuvo exiliado en India en la época del proceso, Hachazos intenta centrarse en la vida actual del cineasta quién hoy está de casero en una quinta en General Rodríguez. 
Para ello intercala parte de los cortos que Caldini filmó en los ’70 en cuatro segmentos llamados “Reconstrucción”. Allí, donde la conversación podría ser de cine, en realidad termina siendo un intercambio de opiniones entre el director y su investigado en la que este último le aclara que está filmando una ficción y no un documental.
Con una estética muy interesante, pero ficción al fin; por ejemplo las tomas del admirado artista recogiendo leña o viajando en tren. También se muestra a Caldini haciendo remakes de sus propias obras y sus técnicas para filmar (hacer pivotear la cámara a gran velocidad o revoleándola atada a una soga como si fuera un lazo de cowboy). Instantes mágicos en donde sí se ve las enormes posibilidades de expansión que tiene el arte en estado puro.  
Sólo con esto, el director intenta explicar por qué Caldini es un cineasta único, que trabajaba sólo, sin presupuesto etc. Son destellos. Nunca se llega a ver todo un corto completo sino algunos cortes que si los simbolizamos en los leños que Caldini recoge, son pequeñas porciones de su arte. Quizás por eso se llama Hachazos.

Algunas de las películas de Claudio Caldini que se utilizaron son El devenir de las piedras, Autogeografía, Un nuevo día, Heliografía, Lux Taal, Límite y Descubrirse; pero nunca sabremos cual es cual. Y esa es la tesitura de la película. 
Evitando pasar por el lugar común del documental lineal que cuenta una historia, Andrés di Tella sólo logra dejar en claro que la obra de Caldini le gusta e influirá en su próxima película y por otro lado, pequeños indicios de lo que aparenta ser una vida interesante de conocer pero que no alcanzan ni para satisfacer la curiosidad ni para provocarla.

Hachazos
Argentina (2011)

Dirección: Andrés Di Tella

Guión: Andres Di Tella

Montaje: Felipe Guerrero

Fotografía / Imagen: Guillermo Ueno

Duración: 80 minutos

jueves, 11 de agosto de 2011

Larry Crowne (Larry Crowne) USA, 2011


Hanks y Roberts en tono liviano
Buenas,
Cualquier película protagonizada por Tom Hanks provoca siempre un alerta especial debido al tremendo talento del actor. Obviamente esto hace crecer las expectativas de tal modo que el nivel de exigencia sube un par de escalones. Si además está acompañado por Julia Roberts el panorama resulta prometedor. Larry Crowne es la segunda película de Tom Hanks como director y lo mas probable es que estando en su posición, el hecho de tratarse de una historia simple lo haya empujado incluso a producirla. Digamos, casi el mismo escenario de aquella, Eso que tú haces de 1996.
Larry Crowne (Tom Hanks) es empleado hace mucho tiempo en una de esas grandes tiendas norteamericanas. En el comienzo, mientras leemos los créditos lo vemos hacer diferentes tareas que no pasan de lo básico. Empujar carritos, reponer algún artículo o aconsejar algún cliente despistado. También lo vemos mantener una excelente relación con sus compañeros. Larry es feliz estando en sus cuarenta y tantos. No parece importarle mucho el no haber crecido en la empresa después de 15 años. Con ser empleado del mes alcanza.
Pero a la empresa sí le importa y alegando falta de educación universitaria o terciaria lo despiden.
La película de Tom Hanks toca un tema interesante con respecto a la falta de oportunidades sin educación y parece ir por ese camino hasta que se focaliza en como Larry empieza a lidiar con el mundo luego de 15 años de pura rutina. Se podrían haber elegido situaciones exageradas y terribles con catarsis incluidas, pero lo de Hanks es tan bueno y tan orgánico frente a la cámara que con su cara y cuerpo alcanza para decir todo. Su instinto lo mueve a tomar algunas decisiones drásticas. Una de ellas es ponerse a estudiar. La carrera que elige tiene como profesora a Mercedes Tainot (Julia Roberts -¿cómo hace para seguir igual de preciosa y radiante?) quien a su vez tiene sus propios conflictos internos como practicante del oficio.
El guión de esta comedia nunca pretende otra cosa que dejar todo en una agradable liviandad, de hecho prácticamente no hay conflicto mas que el que se podría leer si se tomara la adversidad como personaje imaginario y antagonista. Uno diría: sin conflicto no hay película ¿No?, sin embargo el director se las arregla muy bien para esquivar el escollo y realiza un film de esos en donde el estado de ánimo está siempre arriba y la frescura de los personajes aporta jovialidad y simpatía. Especialmente Gugu Mbatha-Raw que compone una preciosa y enérgica líder de una pandilla de motoqueros inocentes (van en Scooters).   
La selección musical con temas de Tom Petty y la Electric Light Orchestra va acompañando alegremente casi todas las situaciones y si no es con canciones, la música del genial James Newton Howard subraya escenas con picardía. No hay mucho más. Acaso la mejor virtud de la película Larry Crowne es la misma del personaje en cuestión: Ser simple, agradable y sin pretensiones.

Larry Crowne
(USA, 2011)

Dirección: Tom Hanks

Guión: Tom Hanks y Nia Vardalos

Montaje: Alan Cody

Fotografía: Philippe Rousselot

Música: James Newton Howard

Reparto: Tom Hanks, Julia Roberts, Gugu Mbatha-Raw, Cedric the Entertainer, Pam Grier, George Takei y elenco

Duración: 98 minutos

Hablada en inglés con subtítulos

En un mundo mejor (Hævnen) Dinamarca, 2010


La violencia humana en una gran película
Como si quisiera romper alguna especie de récord, llega ocho meses tarde la ganadora del Oscar a mejor película extranjera de este año, En un mundo mejor y por si fuera poco, aún no conocemos dos de las otras cuatro nominadas pues en lo que va del año se estrenaron dos: la maravillosa Incendies de Dennis Villenueve y Biutiful de Alejandro González Iñárritu.

No puedo negarlo: esta película de Susanne Bier tiene con qué competir y justificar su premio.

En un mundo mejor abre con una escena esperanzadora. Llevado por el ejército en un jeep, Anton (Mikael Persbrandt) arriba a una aldea en un país de África. Los chicos del lugar corren detrás del vehículo vivándolo a sonrisa limpia. El les arroja una pelota de fútbol con la que ellos improvisan un picadito. El símbolo de la armonía, el juego y la inocencia. Lejos del mundo de los adultos existen momentos de felicidad. En realidad Antón es un médico en misión humanitaria. Cada tanto viaja de Dinamarca a ese país de África para practicar la medicina entre los mas necesitados y sin quererlo, también presenciar la tremenda violencia que reina en ese campo de refugiados incluido el trato bestial a las mujeres. Terrible pero lejos de casa.
Una vez plantado el punto de partida, conocemos la situación en Dinamarca en donde Elias (Markus Rigaard), el hijo de diez años del doctor comienza a sufrir la separación de sus padres. Por otro lado, Chistian (William Nielsen) de la misma edad, también está atravesando un momento doloroso tras la muerte de su madre además de sentir la lejanía de su padre quién vive de viaje por trabajo.
En la escuela, se establece la relación entre los dos chicos y sus circunstancias. El excelente guión de Anders Thomas Jensen se toma de estos antecedentes para focalizarse en el nacimiento de la ira. La semilla germina en la mente de Elias a partir de su deseo de venganza. Primero por su nuevo amigo, luego por su padre. Y en ese devenir de sentimientos se arrastrarán tremendas consecuencias.
La película va creciendo en intensidad a medida que la notable mano de Susanne Bier  revela los puntos neurálgicos en donde nace la irracionalidad humana. En este aspecto Anton funciona como un ente pacificador dadas las pruebas a las que son sometidas sus convicciones. En un mundo mejor es como una paleta con todos los colores del odio y del resentimiento provocados por la insensatez humana e instintiva. Es una mirada hacia el descuido afectivo que pueden sufrir las próximas generaciones simbolizados en Christian y Elias. Uno resentido por la muerte de su madre y la incapacidad de su padre de sentir dolor, el otro por un constante deseo de aplicar la ley del talión en una sociedad que le está enseñando precisamente ese camino.  
Un film que aborda la difícil tarea de plantear un mensaje de esperanza en un planeta donde la violencia no es solo un factor social, sino definitivamente humano.

En un mundo mejor
(Hævnen) Dinamarca, 2010

Dirección: Susanne Bier

Guión: Anders Thomas Jensen

Montaje: Prenille Bech Christensen y Monter Egholm

Fotografía: Morten Søborg

Música: Johan Söderqvist

Reparto: Mikael Persbrandt, Markus Rigaard, William Nielsen, Trine Dyrholm, Ulrich Thomsen, Kim Bodnia y elenco

Duración: 119 minutos.

Hablada en Danés con subtítulos

sábado, 6 de agosto de 2011

Super 8 (Super 8) USA, 2011


Los chicos de Spielberg siguen vigentes
Buenas.
Al tratar de poner una mirada sobre la película Super 8, en muchos sentidos se puede decir que volvió el Steven Spielberg de los ’80; así como también que Spielberg volvió a los ’80. Con algún condimento nuevo, es cierto, pero con la esencia del cine que lo llevó a ser quién es.
La película se llama Super 8 por dos motivos: Uno es una suerte de homenaje al viejo formato hogareño utilizado para filmar y que está casi extinto desde principios de los ‘90. El otro es auto referencial. Steven Speilberg comenzó su carrera con una de estas cámaras que su padre le regaló cuando era chico. El pre-adolescente hacía chocar los trenes de la maqueta a escala en el garage de su casa para poder filmarlos. Steven se guiñó el ojo a sí mismo poniendo una escena así en Encuentros Cercanos del Tercer Tipo (1977). Hoy, hace lo mismo pero con un tren de verdad. El tiempo es irónico si lo dejan pasar.
Estamos en el año 1979 en un pueblito de Ohio. En apenas un puñado de minutos, el director J.J. Abrahams nos pone en situación. Joe (Joel Courtney), Charles (Riley Griffiths), Preston (Zach Mills), Cary (Ryan Lee) y Alice (Elle Fanning) son cinco chicos de unos 12 años entusiasmadísimos con terminar una película de zombis que están filmando en Super 8. La presentación de la pandilla aplica a rajatabla el comienzo de Los Goonies (1985) es decir, una secuencia en la que cada uno es presentado vertiginosamente pero con mucha precisión de modo que a nadie le queden dudas de quién es quién. Otra cosa en común con aquel clásico son los actores. Cada uno de los chicos de Super 8 merece una atención especial con vistas al futuro. Entre ellos y el director se las arreglan muy bien para que al espectador le importe lo que les pase y se ponga automáticamente en situación de empatía.     
La pandilla quiere terminar la película y se viene una escena en la vieja estación de tren del pueblo, todo va bien hasta que un descarrilamiento en el que la cámara queda sola filmando mientras los chicos corren a resguardo, capta imágenes de la verdadera razón del desastre. Una escena antológica desde todo punto de vista. Empero, esta escena servirá como aperitivo para mezclar ejército con extraterrestres en una pequeña comarca (¿le suena E.T.?), sólo que esta vez la cosa va en serio porque J.J. Abrahams tiene su propia versión del misterio y del manejo de los tiempos y de una estética un poco más oscura de los misterios extraterrestres.
No quiero revelar más en este comentario para seguir haciendo hincapié en el concepto de la aventura. Toda la película super 8 está disfrazada de modernismo en su tratamiento visual, pero esencialmente es como si Spielberg hubiera puesto un decálogo de sus películas escondido en el guión, al punto tal de invitar a las nuevas generaciones a revisar su filmografía y encontrarse con viejas/nuevas sorpresas.
Super 8 tiene un guión que para el cine de Spielbreg es marca registrada. Al ser productor de la película y no director, también se ven cosas que produjo y no dirigió en los ochenta.
Puede que la historia en sí vaya un poco en desmedro de su inventiva pero no por eso la película deje de ser un entretenimiento genuino que ponga a esta nueva generación de espectadores en la posición de exigir más de otra gente que hace cine pochoclo.
En todo caso, es una buena muestra de cuando los efectos especiales deben estar como complemento de contar un buen cuento y no ser sólo una excusa.   

Super 8
(USA, 2011)

Dirección: J.J. Abrahams

Guión: J.J. Abrahams

Montaje: Maryann Brandon y Mary Jo Markey

Fotografía: Larry Fong

Música: Michael Giacchino

Reparto: Joel Courtney, Kyle Chandler, Elle Fanning, Riley Griffiths, Ryan Lee, Gabriel Basso, Zach Mills, Jessica Tuck, Joel McKinnon Miller, Ron Eldard y elenco.

El mundo segun Barney (Barney's Version) USA, 2009

Giamatti y Hoffman, lección de actuación

Resulta curioso e interesante el hecho de que a uno le importe una historia como la de Barney Panofsky. Si cualquiera de nosotros conociera a este tipo en una reunión de amigos en común, seguramente nos caería muy mal. Sin embargo, esa misma persona ofrecería varias aristas para explorar en nuestra propia personalidad. Sería difícil juzgarlo sin hacerse cargo de algunos defectos del propio ser.
Barney (Paul Giamatti) es un tipo inconsecuente, irritable y pasional. Ninguna de sus acciones parece ocurrir sin pasar por estos tamices.
Lo vamos conociendo de a poco. Partimos de una escena en un bar en tiempo presente, donde un policía retirado lo hostiga ante el dueño y acusa de asesino a un hombre famoso por producir espantosas (pero aparentemente exitosas) novelitas de la tarde.

A partir de la mirada cansina y vacía del productor, la película propone llevarnos a los ‘70 y a su vida de bohemio en Roma como parte de un grupo de amigos relacionados con el arte y el libre albedrío. Es un momento en el que el protagonista va construyendo el ser que se anuncia al principio.
Se casa, abandona su vida en Europa, se vuelve a casar y hasta tiene sentido que en la fiesta de su segundo casamiento (ya en Estados Unidos) encuentre a su verdadero amor, Miriam (brillante Rosamund Pike).
Barney se rige por impulsos y es donde el director Richard J. Lewis encuentra al espectador que quisiera hacer todas las cosas que su personaje hace. Más que encontrarnos, nos conecta.
El caso de asesinato a su mejor amigo, Boogie (Scott Speedman) está presente como una suerte de McGuffin en el que siempre caemos. Queremos saber qué pasó, aún intuyendo que no es de lo que se trata esta película.
La historia de este productor de Televisión (que como tal es lo menos importante) está muy bien contada a lo largo de poco más de dos horas que atraviesan casi cuatro décadas.
Más que flashbacks, el director hace una retrospectiva en la que nos pone al lado de Barney en una suerte de complicidad implícita. Como si quisiera invitarnos a quererlo y entenderlo tal cual es (¿No debería ser así la amistad?).
Su esencia está presente gracias a la maravillosa actuación de Paul Giamatti. Uno no puedo sino rendirse a mirarlo y tomar una posición empática hacia él. Sea el tipo de persona que sea. Pero además, todos y cada uno de los personajes secundarios (empezando por el padre, Izzy Panofsky –Dustin Hoffman-) están acertadamente elegidos para enriquecer la historia. Por eso todas las tramas paralelas están correctamente manejadas al punto de no dejar cabos sueltos.
Mientras tanto, el film va dando indicios muy inteligentes de la salud de Barney de manera tal de asegurar la ausencia de golpes bajos.
La mayor virtud de este gran guión de Michael Konyves es la de humanizar hasta la médula un personaje que se va transformando en un espejo de defectos. Sabiendo que el espejo, por definición, es una virtud si sabemos reflejarnos en él, El mundo según Barney invita a la sana discusión del término “políticamente incorrecto”.Aquí cabe aclarar que si bien el nombre en castellano es un poco arbitrario, El Mundo segun Barney en realidad se llama "La versión de Barney". Algo así como "déjenme contarles mi campana antes de juzgarme"

Para cualquiera que tenga ganas de conectarse con sus defectos y verlos en la inteligente forma del humor, El mundo según Barney ofrece muchas alternativas. Si no dejamos que el agua de los tanques de Hollywood llegue al hartazgo, esta es una de las buenas alternativas para entender que el cine norteamericano todavía tiene buenas historias para contar. Hágame caso. Déle una chance.

El mundo según Barney
(Barney’s version) USA, 2009

Diección: Richard J. Lewis

Guión: Michael Konyves

Montaje: Susan Shipton

Fotografía: Guy Dufaux

Música: Pasquale Catalana

Reparto: Paul Giamatti, Rosamund Pike, Minnie Driver, Rachelle Lefevre, Scott Speedman, Bruce Greenwood, Macha Grenon, Anna Hopkins, Jake Hoffman, Dustin Hoffman y elenco.