jueves, 16 de junio de 2011

Las Marimbas del Infierno


Pasión por la música en Las Marimbas del Infierno.
Después de su exhibición en BAFICI 2011 llega al circuito comercial Las Marimbas del Infierno de Julio Hernández Cordón.

La película tiene un comienzo interesante con un encuadre raro. Un Plano general sostiene la esquina o rincón de una habitación con mucho aire arriba. La mitad de abajo del encuadre muestra una marimba a la derecha, una mesa y un sillón a la izquierda y a Don Alfonso (Alfonso Tunché), el dueño de todo eso, parado en el medio.
Don Alfonso comienza una suerte de relato en el cual nos enteraremos de la persecución que sufre su familia por parte de una mafia o pandilla local. La circunstancia lo hace decidir separarse de su familia y enviarla a un lugar seguro mientras el se queda con su marimba para seguir tocando y tratar de sacar algo de dinero. Don Alfonso hace catarsis y llora mucho en ese rincón de su casa en donde ya no le queda nada. La marimba es un mueble grande, pesado y con ruedas, pero su dueño va de un lugar a otro con él por temor a que la mafia se lo queme. El director parece haber elegido esta pesada carga, como si fuera un lastre del pasado musical. No parece quedar nadie en Guatemala que escuche la marimba, el instrumento nacional y sin embargo, Alfonso insiste en arrastrarla por todo tipo de calles y veredas. Mas allá de lo que la marimba pueda representar, es el músico y su instrumento la relación que se manifiesta. Luego entrará en escena "Chiquilín" (Víctor Hugo Monterroso), un adolescente que relata como se escapó de la cárcel y se encontró con el músico a quién ofrece refugio en un departamento muy venido a menos. Mas allá de sus antecedentes, "Chiquilín" tiene una sensibilidad especial por la música. Se emociona cuando escucha la marimba y conoce la historia de Don Alfonso. Así decidirá ponerlo en contacto con Blacko (Blacko González) Un ex músico de Heavy Metal y devoto al satanismo pero devenido en sacerdote judío en los últimos años.
Con orígenes, educación y características distintas. A estos tres personajes los une sólo una cosa: el amor por la música y de hecho se llama Las Marimbas del Infierno porque es el nombre de la banda que forman para fusionar la marimba con el Rock Pesado.  

En una propuesta en donde todo está tan claro, el director de esta película olvidó algo fundamental: decidir cómo tratar el tema elegido.
De los 73 minutos de duración hay pocos instantes que no oscilen entre el documental y la ficción. Es como si Julio Hernández Cordón no hubiera confiado en las virtudes de cada género logrando una suerte de híbrido. Por ejemplo: Ninguna de las personas que aparece en pantalla es actor, sin embargo Cordón los elige para que actúen su propia vida. Es como apostar en una pelea de boxeo, la misma cantidad a ambos contendientes. La escena en la que Alfonso une la marimba a una banda de Rock Pesado es muy graciosa. La que recrea una pelea en un campito de fútbol es patética.
Toda la película transita por este camino de aspecto forzado y Las Marimbas del Infierno pierde fuerza narrativa.
La otra contra es técnica. En la proyección que vimos, el formato fue DVD y hay momentos en los que el sonido es tan malo que apenas se distingue lo que dicen. Quizás hay asido esa vez pero vaya prevenido.

Las Marimbas del Infierno. Ficha técnica
Guatemala / Francia / México (2010)

Dirección: Julio Hernández Cordón

Guión: Julio Hernández Cordón

Montaje: Lenz Claure

Fotografía: Maria Secco

Reparto: Alfonso Tunché, Víctor Hugo Monterroso y Blacko González

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