martes, 26 de abril de 2011

EL GATO DESAPARECE


Luego de un evento violento en el que Luis (Luis Luque) golpeó a su amigo y colega de la Universidad por considerar que se apropió de un proyecto (y en el mismo brote sicótico alguna amenaza a su mujer), los peritos especialistas y doctores deciden darle el alta del tratamiento neuropsiquiátrico y de su internación en el nosocomio.
El Gato Desaparece. Suspenso y actuaciones muy logradas
La esposa de Luis, Beatriz, (Beatriz Spelzini) comienza los preparativos para recibir a su marido con algunos cambios en la casa. En ella ya no están los hijos desde hace tiempo; pero sí un gato (Donatello) que, una vez llegado su dueño, lo rechaza violentamente y luego desaparece misteriosamente. Beatriz encara una intensa búsqueda de la mascota por parte de ella que se convierte casi en una obsesión a medida que va creciendo su paranoia por algunas actitudes diferentes que ella ve en su marido recuperado. Hay algo sospechoso.

Yo fui a encontrarme con los elementos hitchcockianos con los que me la habían decorado. Compararlos sería casi una herejía pero algo hay.
En El Gato Desaparce me encontré con una lejana, lejanísima referencia a La Dama Desaparece (The lady vanishes, 1938) si, hilando fino, comparo las búsquedas obsesivas (de la mascota en este film y de la viejita en el de Hitchcock) y el aumento de la tensión que estas provocan. También hay un gran manejo del McGuffin que inventó el maestro que en este caso es, justamente, el gato Donatello.

La película es, claramente, muy entretenida y en esto la dirección de Carlos Sorín juega un papel fundamental porque me fue llevando por el camino que él quiso hasta que me largó a volar solo y que yo saque mis propias conclusiones. Uno puede percibir que todo lo que se ve y se escucha está meticulosamente planificado, la elección de los planos tiene el acierto de dejar que los personajes se muevan en un mundo recortado para el espectador, pero no para ellos. Como provocando el deseo de ver mas allá de los encuadres tratando de descubrir algo más.

Para lograr esta tensión creciente, Carlos Sorín se apoyó en las estupendas actuaciones de todos, pero sobre todo de la dupla Luque-Spelzini que hacen vivir a sus personajes con una “luz” especial, casi propia.
La fotografía también tiene un trabajo crucial entre claros y oscuros y la música está cercana a aquellas partituras de las películas de misterio de los ’40 y ‘50, como un homenaje sonoro que además aporta mucho. Ahora, la compaginación es realmente la estrella de este relato con un timing muy especial, muy trabajado y que, definitivamente, deja entrever que el editor, Mahomed Rajid, conoce de qué se trata este género. Hay tanto de artesanal en El Gato Desaparece que hasta no parece hecha en estos tiempos. 

No quiero hablar del final (además hay un título al principio de la película que pide no hacerlo), pero es en donde yo encontré las hilachas que pone en tela de discusión todo lo mostrado hasta ese momento. Lo cual, por cierto, es más que opinable y no debería influenciar para nada en la elección de ver esta película muy bien realizada por Sorín, quién demuestra que no es cuestión de presupuestos sino de tener un guión sólido y saberlo llevar adelante. De lo mejor del cine de acá en este año.

EL GATO DESAPARECE
(ARGENTINA, 2011)

Dirección: Carlos Sorín

Guión: Carlos Sorín

Montaje: Mahomed Rajid

Fotografía: Julián Apezteguía

Música: Nicolás Sorín

Reparto: Luis Luque, Beatriz Spelzini, María Abadi, Norma Argentina, Hugo Sigman y Elenco.  

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