jueves, 5 de mayo de 2011

AGUA PARA ELEFANTES

Hola. ¿Cómo va?

Había una vez un circo...que se cayó.
Qué lástima. Cuando corrían los primeros 15 minutos de Agua Para Elefantes estaba ante un producto genuino del Hollywood más puro con todas las características del cine de los grandes estudios. De hecho desde el comienzo, la fotografía, la música, el montaje y el diseño de arte entran por la puerta grande con un inconfundible aroma a película de Oscar, pero…todo eso se queda ahí. En la puerta nomás. Que quede claro, es una buena idea, una linda historia e incluso una buena introducción a la época en la que empezaron a formarse los sindicatos. Pero…

Después de Constantin (2005) y la remake de Soy Leyenda (2007), creo que el director de esta película (Francis Lawrence) entendió que el guión de su tercer largometraje daba para avanzar un paso más hacia tener otro tipo de chapa. Ignoro si pensó que su película se podría meter en la carrera por la estatuita pero por las dudas, arranca con una escena calcada del comienzo de Titanic. Jacob (Hal Holbrook) es un viejito que una noche de lluvia se queda en el estacionamiento de un Circo, negándose a volver al geriátrico a pesar de la insistencia de la gente de seguridad. Como llueve mucho y a nadie le gusta mojarse, uno de ellos lo lleva a su oficina en donde hay fotos de viejas y emblemáticas compañías circenses. El viejo Jacob toma una de estas fotos sepias y con ojos visiblemente emocionados (al igual que en la escena en la que la anciana del Titanic comienza a recordar) nos lleva a 1931 para relatarnos su historia.
A punto de recibirse de veterinario, el joven Jacob (Robert Pattison) pierde a sus padres en un accidente y encima el banco le remata la casa, situación poco ideal en plena época de la depresión.
Jacob se queda sin nada en 4 minutos de película y en su afán de moverse hacia una ciudad grande, se sube al furgón de un tren en marcha para enterarse, por parte de quienes casi lo muelen a trompadas por subirse de polizón, que acaba de entrar en el tren de un circo. Allí vamos conociendo a los pintorescos personajes que forman parte de la troupe y que en mayor o menor medida, adoptan a Jacob incorporándolo como uno más, incluido el dueño, August (interpretado por Christoph Waltz –Qué pedazo de actor, realmente-). Una linda y bien filmada toma secuencia nos lleva por los vagones del tren hacia la oficina del mandamás.
Sucede que August tiene un manejo despótico del asunto. Casi como si fuera un feudal en su propio terreno que de hecho define como “un reino único al que le resbalan las reglas y leyes de la gente común”. Un hombre que cambia de estado de ánimo de violento a muy violento y que regido por sus propias reglas dirime cuestiones de salarios impagos, arrojando a los trabajadores con el tren en plena marcha.
Bajo la promesa de mostrarle “un mundo que la mayoría de los tontos ni siquiera pueden soñar”, August contrata a Jacob como el veterinario oficial que en el ínterin, conocerá a Marlena (Reese Witherspoon), acróbata bellísima y esposa del dueño cuya presencia será el catalizador para que se dispare el conflicto entre ambos.

No es que la historia no esté bien contada, de hecho cuando está apunto de caerse, el ingreso de una elefanta como nuevo número le da un brillo nuevo. El problema es que el director parece necesitar demasiado tiempo para llegar a algunos hechos que marcan puntos de inflexión en la trama y por ello cae en escenas redundantes, como si hubiera que esperar a la siguiente función (filmada igual que la anterior) para que pase algo. Esto, además, va en desmedro del crecimiento de los personajes, que llegados a la mitad de la película quedan estancados hasta que el desenlace se hace demasiado previsible.
Es más, en un momento de la película empecé a preguntarme si fue una buena elección centrarse en la relación Jacob-Marlena-August en lugar de la propuesta inicial que amagó con ser una historia que podía tener una mirada nostálgica hacia un tipo de espectáculo que fue vital en la historia de cada país. El circo y su feria eran una ilusión que viajaba de pueblo en pueblo ofreciendo un contacto con la fantasía en épocas en las que vivir el día a día era realmente muy difícil.
Pero bueno, de última la decisión fue de Francis Lawrence.
Hay una escena en el momento del clímax que está peligrosamente cercana al ridículo total así que no la voy contabilizar para no restar puntos. Hoy estoy de buen humor así que vuelvo a ponderar la dirección de fotografía de Rodrigo Prieto (lejos de su brillante trabajo en Biutiful,2010); la música de James Newton Howard, que tiene la misma atmósfera que su trabajo para King Kong (2005) y la dirección de arte de David Crank que diría, es lo mas destacable de todo.
En cuanto a las actuaciones, la sobrevalorada Reese Witherspoon cumple hasta ahí; el limitadísimo Robert Pattison (el vampirito fachero de la saga crepúsculo) mucho no la ayuda y lo de Christoph Waltz es directamente otra cosa. Está en otro nivel.

Me dio la sensación de que Agua Para Elefantes estaba para más pero se conformó sólo con verse bien y termina siendo un producto que arranca con mucho glamour y luego se deteriora un poco. Lo mismo que le pasa hoy al circo. ¿Qué por qué se llama Agua para elefantes? No empiece, viejo. Quiero seguir de buen humor. En todo caso en un par de escenas la elefanta es muy maltratada por August. A pesar de ello, Jacob parece encontrar una suerte de sedativo mezclando agua con un par de botellas de whisky que ayuda a Rosie a lidiar con el dolor físico. Sin otro tipo de pistas, pareciera esta ser la razón para diferenciar el "agua" del título.  

AGUA PARA ELEFANTES.   
Water for Elephants (USA, 2011)

Dirección: Francis Lawrence

Guión: Richard LaGravenese (basado en el libro de Sara Gruen)

Montaje: Alan Edward Bell

Fotografía: Rodrigo Prieto

Música: James Newton Howard

Reparto: Christoph Waltz, Robert Pattison, Reese Witherspoon, Paul Schneider, Jim Norton, Mark Povinelli, Hal Holbrook y elenco.     

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